Residencia Fortune

Le observó, espectante por una respuesta que no llegó tras algunos debates mentales del platinago consigo mismo. Se encogió levemente de hombros mientras miraba aún curiosa al joven, como buscando una respuesta en su mirada antes de desviar la propia cuando él cuestionó lo que era más que obvio. No recibiría respuesta con palabras y quizá el mero hecho de que se llevase a la boca una de las tiras de carne de forma tímida fuera contestación suficiente.

Frunció el ceño de forma divertida y agachó sus orejas cuando su mano fue "golpeada", retirándola directamente y volteándose al híbrido para que este viera su infantil descontento. Gruñó durante algunos segundos moviendo sus colas de igual molesta manera, pero volteó de nuevo su mirada al cubierto señalado, cogiéndolo del mango con dos de sus dedos tras comer las pocas tiras que había logrado sujetar.

Siguió las indicaciones del platinado, cogiendo aquellos artilugios de metal, plata supuso, sin parecer inmutarse por el sujetar de las manos ajenas a las suyas pese a no ser del todo cierto. Había pensado que las manos de Kenryu serían más ásperas y rudas por el trabajo, pero no estaban maltratadas, sino que parecían no haber sido surcadas nunca por heridas.

- Es incómodo -murmuró quejándose tras el último comentario ajeno mientas evitaba gruñir por la "orden" de su dueño, aunque ganas no le faltaban.

Frunció un poco más su ceño cuando él le dijo que debería usar aquellas... "Cosas" tan incómodas cada vez que quisiera comer, lo que provocó que por su cabeza pasara la loca idea de solo comer en su forma kitsune, en la que no tenía manera de coger los cubiertos aunque sin el permiso del híbrido no podía transformarse...

Cuando él se levanto le siguió con la mirada y, aprovechadno que él no podía verla, dejó los cubiertos en la mesa para volver a usar las manos sin mancharse. Era fácil evitar dichas manchas si se usaban solo las uñas, en cierta forma eran como los cubiertos de la kitsune. Sus sentidos estaban fijos en él para que, cuando volviera, ella pudiera disimular volviendo a agarrar los cubiertos.

- Quisiera ver el bosque pero... -su mirada se fue directa a sus pies. Aún tenían las heridas provocadas por caminar descalza, aunque al menos ya no sangraban pero si iba por cualquier sendero se abrirían al rozar con cualquier piedra, y en su forma animal tendría también dañadas las almohadillas de las patas traseras, por lo que tampoco podría caminar, bien al menos.

Movió un poco sus piernas, subiendo ahora ambas a la silla y quedando por completo encima de esta, acurrucada pero cómoda a pesar de lo extraño o molesto que podría ser para cualquier otro ser. Escuchó las palabras ajenas, manteniendo algunos segundos de silencio antes de asentir, dándole otro pequeño mordisco al pan.

- ... Si puedo ir al bosque de niebla no escaparé -dijo casi a modo de chantaje, aprovechando que, al parecer, él no le ordenaría de momento que no escapase ya que de hacerlo ella se vería obligada a obedecer.

Le daba igual que fuera peligroso, si se le permitía entrar en su forma animal, aunque fuera sola, podría huír o defenderse en los peores casos. Solo quería entrar allí, algo en ese bosque de niebla le atraía, quizás el hecho de que nadie entraba por ser peligroso.

- ¿Por qué no? -preguntó en cuanto escuchó la rápida respuesta ajena. Quería verlo, pero si él seguia reiterando en el no en cuanto tuviera una mínima intención de ir la correa de su cuello se lo impediría.

Sus orbes amatistas estaban clavados en él, sus colas gachas al igual que sus orejas, estas últimas ligeramente inclinadas hacia atrás y su ceño fruncido mientras seguía comiendo, aunque mucho más despacio que antes.

Abrió la boca para replicar pero al ver el estado en el que se encontraba su dueño tras gritarle prefirió callar. Todos y cada uno de sus anteriores amos ya le habrían castigado por ser demasiado insistente, lo mínimo que podía hacer era evitar colmar la paciencia del platinado aunque no opinase igual que él. Había visto poco del bosque, pero ni la niebla ni las advertencias de Kenryu le habían amedrentado. Quizás si hubiera estado en alguna de sus formas infantes sí, pero en su apariencia híbrida adulta era algo difícil conseguir aquello.

- Gomen nasai... -susurró a modo de disculpa tras tensos segundos de silencio, dejando lo que le quedaba de pan en la mesa y volviendo a la posición en que se encontraba. No indagaría más en el tema, quizá más adelante sí pudiera ir, pero seguramente no sería pronto.

Ocultó su rostro entre sus piernas, abrazando estas con ambos brazos hasta quedar en una posición fetal sobre la silla, mirando siempre al platinado. No esperaba que se disculpase con ella, y quiso decirle que había sido culpa suya por instigar demasiado en ese tema, sin embargo, perfirió callar a hablar a la espalda de su amo. Al igual que le pasaba a él, su apetito se había esfumado y, aunque hubiera querido seguir comiendo por mera gula, no creía que pudiera disfrutar de los manjares ofrecidos con esa tensión que rodeaba el ambiente.

Alzó sus orejas hacia él cuando la brusquedad de su movimiento atrajo su atención, más aún cuando imitó la postura en la que ella estaba. Nunca pensó que él terminase cediendo a su capricho, mucho menos que pusiera sobre el tablero su libertad.

- ¿Me las quitarías si te dijera que sí? -preguntó directa y rápidamente para evitar trabarse en sus palabrasy sin responder la cuestión que le era dirigida. No era que quisiese escaparse, habían sido amables con ella, y quería pagárselo, pero la sola idea de poder saborear de nuevo la libertad era tan tentadora como la idea de quedarse allí y ser cuidada por esa pequeña familia.

Al igual que le había ocurrido a él, la kitsune no fue inmune a un sentimiendo doloroso que apareció en su ser cuando vió al híbrido en aquella posición que acababa de tomar. Se veía que estaba abatido, que, quizás, no quería que ella se alejase pero que se arriesgaría para devolverle lo arrebatado hace tiempo.

Se quedó quieta algunos segundos antes de levantarse en silencio, deslizándose hacia Kenryu y sentándose al estilo oriental frente a él, más concretamente, junto a sus piernas, volviendo a buscar su mirada con la propia para, al encontrarla, esbozar una calma y agradecida sonrisa.

No dijo nada, tan solo mantuvo su sonrisa sin dejar de posar de forma delicada sus amatistas sobre las celestes gemas ajenas. Buscaba animarle... Aunque no estaba muy segura de si era porque él había "prometido" ayudarla o simplemente porque se sentía mal al verle así.

Al zó un poco sus manos para apoyarlas sobre las rodillas ajenas, dejando un hueco donde luego reposó su mejilla izquierda, dejando así su rostro ladeado hacia el frente en lugar de hacia Kenryu y dándole a este una buena vista de sus orejas, como una muda invitación a que las acariciara una vez más.

- ¿Lo harías de verdad? -preguntó no por desconfianza, sino solo por desear escuchar la respuesta una vez más antes de tantear las opciones. Si él estaba convencido en liberarla, debería elegir entre quedarse o huír. Sin embargo, esa segunda opción creaba de nuevo el riesgo de volver a ser capturada.

Amplió su sonrisa antes de cerrar sus orbes, decidiendo dejarse mimar y descansar un poco. Su postura no era incómoda, obviamente no podía compararse con una cama pero le bastaba, en peores sitios había dormido como para quejarse de uno que ella misma había elegido por los pocos minutos que él podría dejarle en esa posición o, por el contrario, largo tiempo.

Empezaba a no importarle sus cadenas, aunque en realidad estas no eran más que meros trozos de hierro pues lo que de verdad importaba era la correa. Agradecería los esfuerzos tuvieran o no resultado así como el alago recibido. No era vanidosa, ni mucho menos, pero siempre resultaba agradable recibir algún piropo, más cuando hacía años que no eras objetivo de ninguno verdaderamente sincero.