Residencia Fortune

No le agradaba ser el centro de atención, se sentía como alguien extraño aunque ciertamente, era alguien extraño a la comunidad de aquel pueblo y a sus habitantes sobre todo. Durante el camino intentó ocultar su cuerpo tras sus colas con disimulo, ya que de al hacerlo sin este podría llamar más atención de la que intentaba evadir.

Durante todo el camino se había mantenido callada, observando su alrededor con una mirada curiosa. Aquel lugar le recordaba a un pueblo donde antaño había estado, aunque no era igual sí tenía cierto aire acogedor como el de sus recuerdos.

Al entrar en aquella casa sus orejas volvieron a alzarse, intentando escuchar todo lo que la rodeaba así como verlo. Incluso a veces daba graciosas vueltas sobre sí misma mirando a todos sus lados, arriba y abajo con ojos altamente curiosos mientras el joven buscaba a su madre. Así mismo, El sutil aroma de dulces y comida no pasó desapercibido para ella, haciendo que su nariz se moviera graciosamente al olisquear el ambiente teniendo también el mismo tono rosado que antes había teñido sus mejillas.

Una de sus orejas se ladeó hacia las escaleras cuando escuchó los pasos provenientes de esta, girándose una vez más para quedar de frente a las susodichas con la cadena ligeramente envuelta en su cuerpo por las vueltas que había dado antes. Su mirada amatista recorrió el cuerpo de la mujer sin quitar el brillo de curiosidad de esta hasta quedar posada en los ojos azules de la peliverde y las ropas que portaba, ignorando la conversación que tenía con el platinado, al menos hasta que sus miradas se cruzaron.

Sus orejas volvieron a agacharse y ella se encogió de hombros ante el grito de la mujer, algo sorprendida por esa reacción. No se alejó cuando ella se acercó sin tocarla, aunque sí mantuvo aquella posición de tierno toque sumiso.

Cuando él las presentó a ambos la rubia solo se inclinó un poco en reverencia, moviendo levemente sus colas cada una por un lado distitno de forma lenta y sin alzarlas demasiado.

Se sentía algo extraña. Hacía ya mucho que no era "mimada" y la sorpresa se dejó ver en su rostro al oír como, en verdad, parecía que le dejarían usar el baño para limpiarse y que le darían ropas. Se mostró un poco más confiada, relajando sus tensos hombros cuando las manos femeninas se posaron en estos, pero sin alzar aún sus rasgos vulpinos.

- P-puedo sola... -respondió en un nímio murmullo sin perder el tono avergonzado y tímido que sus gestos mostraban. Desconocía qué pasaba por la cabeza de su dueño y la madre de este, pero no parecían, ni por asomo, como todos los amos que había tenido anteriormente.

Estuvo a punto de inclinarse hacia Kenryu para ver si estaba bien, un mero instinto protector hacia su amo aunque las palabras y acciones de Alba la asustaron incluso a ella, haciendo que se quedara quieta mirándoles a la espera de que algo más pasara o simplemente le dijesen algo.

Siguió mirando durante un rato al platinado hasta que este desapareció en dirección al almacén para luego ser guiada por la mujer hacia el piso de arriba, al parecer al baño. Su mirada se clavó en la bañera, había visto muchísimas, y casi nunca había usado una. Todo en esa casa le resultaba extrañamente delicado y agradable, y eso la desconcertaba un poco.

Volteó su rostro de nuevo a Alba y negó con la cabeza. Si pudiera quitárselos por sí misma lo habría hecho en cuanto hubiera tenido una mísera oportunidad de hacerlo.

Su mirada amatista no se apartó un solo segundo de la muejr, memorizando qué era cada cosa de las que esta le señalaba y se acercó despacio a la tina, rozando el agua con la punta de uno de sus dedos, notando que estaba bien de temperatura, cálida pero no en exceso. Además era un agua limpia, y eso le ayudaría a restaurar un poco sus poderes pues incluso la suciedad de tierra que tenía era algo "impuro" y, por tanto, una debilidad para ella.

Iba a quejarse, intentando decir que no quería abusar de la amabilidad y hospitalidad que estaban mostrándole, pero el sonido del juguete de goma le cortó antes siquiera de que pudiese decir una sola palabra.

- Eh.... V-vale... -respondió cogiendo aquel instrumento y apretándolo solo por mera curiosidad, haciendo que este sonara de nuevo.

Como movido por un resorte su rostro se volteó hacia las escaleras, más concretamente hacia la dirección en la que debería encontrarse el chico aún cuadno habían paredes de por medio antes de volver a mirar a la peliverde, con una expresión de sutil gracia. En cierto modo era ridícula aquella costumbre, pero infantilmente divertida, por loq ue no dijo nada, tan solo asintió.

Cuando la mujer salió del lugar, Ashura cerró la puerta y, dándole la espalda, empezó a despojarse de sus ropas dejando que solo su cabello y colas cubriesen su cuerpo. Era incómodo desvestirse con las cadenas, pero bien visto no se había desvestido, sino desgarrado aquellas inservibles ropas, tirándolas al piso antes de introducirse en la tina ya llena. Era grande, así que cabía a la perfección e incluso había hueco para un par de personas más, quizá una tercera por el poco espacio que ella ocupaba.

Sus orbes se cerraron y su espalda se apoyó en el borde de la tina, teniendo cuidado de dejar el bolsito de cuero cerca de sí, pero a salvo del agua para no estropearlo, cosas que no le importaba lo más mínimo que pasase con sus cadenas aunque bien sabía que estas no sufrirían daño alguno por un pcoo de agua y jabón.

Ajena a la conversación que se mantenía entre ambos parientes la kitsune tan solo disfrutaba del agua. No podía calentarla con su fuego cuando empezaba a enfriarse, pero tampoco era que le importase mucho. Cuando dicho líquido ya estaba a una temperatura menor que la primera fue cuando la mujer comenzó a enjabonarse, empezando por el cabello. Como era obvio tenía que usar mucho champú, aunque no por que su cabello fuera excesivamente largo, sino porque estaba demasiado manchado al igual que el pelaje de sus colas y orejas.

No tenía noción del tiempo que pasó en el agua, pero al salir de ella se podía ver como el susodicho líquido estaba manchado y de un color bastante raro, entre marrón y rojo que teñía también la espuma. Se deshizo de ese agua quitando el tapón de la tina y buscó con la mirada una toalla, enrollándola en su cuerpo y cogiendo otra para empezar a secar primero su cabello, empezando por la cabeza mientras miraba el cuarto buscando ropa, sin encontrar nada más que la que había tirado al suelo antes.

Apenas se dió cuenta cuando Kenryu le llamó. Estaba sentada en el suelo, acomodada con una sola de sus piernas flexionadas con sus colas posadas delicadamente en el piso aún mojadas. Mantenía sus orbes cerrados mientras secaba su cabello, teniendo extremo cuidado al secar la parte media de este y las puntas. Sus brazos parecían libres de heridas, el baño le había sentado lo bastante bien como para que su capacidad regenerativa hiciera parte de su trabajo, curando sus antiguas heridas y minimizando las recientes con la excepción de algunas en sus piernas, hombros, espalda y las de sus pies provocadas por el camino.

Su rostro y orejas mojadas voltearon al híbrido casi a cámara lenta antes de que la kitsune se sonrojase intensamente por estar casi desnuda frente a él, aunque la toalla le cubriese más que sus anteriores prendas. Cada gota de agua que resbalaba por su piel brillaba, como si su propia tez estuviera resplandeciendo, aumentando quizás la impresión del platinado. Aceptó el alago, aunque no lo agradeció pues solo desvió un poco su mirada, continuando con la tarea de secarse el cabello esperando que él saliese de su ensoñación para comentarle lo que había ido a decirle.

Al oír el golpe su rostro se volteó hacia el de él y se levantó de un salto, suspirando calmada al ver que no parecía nada importante aunque se acercó a él, arrodillandose frente a este antes de apartar las manos del híbrido con las propias.

- Cálmate -susurró mirando la nariz dolorida de este con expresión calmada y algo seria. No era nada grave, un golpe sin mucho misterio que podría curar fácilmente con sus llamas, pero era incapaz de usarlas. A menos que...

- Solicito mi control elemental -dijo esperando la reacción del muchacho ante su "petición" que bien podría ser malinterpretada. Después de todo, solo los kitsunes sanaban con fuego. El resto de seres lo usaban para destruir.

- No te muevas -volvió a sususrrar antes de alzar sus manos, posándolas una palma frente a la otra y creando una leve llama de hermoso color anaranjado, idéntico al de su cabello. Dicha flama fue acercada a la zona dañada del joven, introduciéndose en esta y curándola y dejando una agradable calidez que sustituyó el dolor.

- ¿Mejor? -preguntó ladeando un poco su cabeza, inclinándola y ahciendo caer sus cabellos hacia ese lado, dándole un toque tierno a su expresión.

La kitsune esbozó una leve sonrisa que no tardó en desaparecer en cuanto él se alzó, haciendo que ella también lo hiciese aunque con la diferencia de que Ashura se sentó de nuevo en el piso, esta vez, apoyando su espalda en la pared de la tina.

Tan solo asintió levemente y comentó un suave "Hai" a las palabras de Kenryu, dando a entender que esperaría allí mientras continuaba secándose, esta vez sus colas, teneidno un detallado cuidado en cada pasar de la toalla sobre cada una de ellas hasta dejarlas lustrosas, secas y sobre todo brillantes y esplendorosas. Al parecer el bálsamo había actuado mucho mejor de lo que esperaba.

Se levantó del lugar cuando escucho de nuevo los pasos de Kenryu acercarse al baño y esperó antes de esuchar lo que él le decía, cogiendo el polerón y alzándolo frente a sí para mirarlo curiosa, aunque dicha curiosidad no tardó en cambiar su objetivo de la prenda al artefacto que había sido dejado en el inodoro. Se acercó a este sin soltar el polerón, sino que apegándolo a su pecho al tiempo que su diestra tocaba el secador con apenas leves roces de la yema de uno de sus dedos, simulando ser un animal que investiga algo que no conoce.